domingo, 14 de septiembre de 2008

EL TAHUNTINSUYO


EL TAHUANTINSUYO

Tradicionalmente cuando hablamos sobre la civilización desarrollada en esta parte de los andes desde el año 1200 d.C., decimos la cultura, civilización, estado, etc. al imperio de los incas. Realmente ésa no es la mejor manera de nombrarlo porque el gobernante en los días prehispánicos era simplemente una persona: el Rey, el Emperador, Gobernante, el Jefe Estatal, como nos gustaría llamarlo. así había un único, "Inca" quién ocupó la cúspide de su estratificación piramidal social. Seguido por la nobleza o "orejones" (personas con orejas grandes) llamados así por los conquistadores debido a la deformación de sus lóbulos por usar pesados pendientes y ornamentos que representaron su diferencia con las gente vulgar. Luego estaban los "runas" (gente vulgar y baja), los "mitimaes" personas que permanentemente cambiaban de lugar. Al final estaban los "Yanaconas" o Yanakuna (sirvientes de la casa). El idioma oficial en su territorio ancho era el "Runa Simi" traducido al inglés es "la lengua de hombre". Este mismo idioma también es conocido como "Quechua" o "Quichua" en algunas áreas andinas; ésas son formas españolas del original "Qheswa". Muchos estudiosos modernos están usando "Quechua" para hablar sobre la mencionada civilización.

Su territorio, y tierra nativa era el Tawantinsuyo, un nombre compuesto que viene de dos palabras quechuas, "tawa"= cuatro, y "suyo"= nación o estado. Así que, Tawantinsuyo en el sentido quechua idiomático es un todo que tiene cuatro naciones, aunque, de una manera muy arbitraria muchos autores traducen Tawantinsuyo como "los cuatro cuartos o porciones del mundo." La distribución entre los quechuas estaba basado en algunos aspectos elementales de su vida diaria. Ellos siempre alojaron a la mente en relaciones de dualidad, tripartición, y cuarta-partición. El Tawantinsuyo era dividido en cuatro "suyos" o "suyus" cuyo ángulo central estaba en la Ciudad de Cusco, su capital.

LA SOCIEDAD INCA

La sociedad Inca se caracterizaba por marcadas jerarquías, que colocaban en la cabeza el poder absoluto del Inca; seguido por la nobleza, también llamada orejones, título que les fue adjudicado por los españoles, dada la deformación de sus lóbulos, originada por llevar pesados ornamentos que los diferenciaban de los demás.

Siguiendo la escala social del imperio, estaban los
runas o mitimaes, considerados como gente vulgar, es decir, eran el común de los habitantes del imperio, quienes también tenían tareas obligatorias en las mitas. Finalmente, estaban los yanaconas o yanakunas, que eran los sirvientes de la casa.

Sabemos que el pueblo inca fue estrictamente conquistador. Sus conquistados resultaron unificados no solo bajo una autoridad, sino en una cultura, que dio un cuerpo religioso y conceptual cuya expresión fue la introducción de ritos y costumbres propias del imperio Inca. Para ello, utilizaron diversos mecanismos para conciliar la disparidad cultural. El primero fue la implantación del
Runa Simi o Quechua como el idioma oficial a lo largo del territorio.

Como segundo paso, establecieron una organización social basada en principios morales de obediencia y modelación de la convivencia. Estos tres principios, que resumían cómo debía vivir un habitante del imperio, fueron las leyes básicas del Tahuantinsuyo
Ama Súa (no seas ladrón), Ama Llulla (no seas mentiroso) y Ama Kella (no seas perezoso).

Nadie puede discutir la espectacular organización inca, no solo por el manejo del inmenso territorio, sino además por el éxito de la conducta paternalista de la nobleza inca. Pese a que la autoridad en el imperio era unipersonal, es decir, comparable a una monarquía europea de aquellas épocas, la población del imperio nunca pasó hambrunas ni privaciones.

Este equilibrio social actualmente es conceptuado por los estudiosos extranjeros básicamente desde dos enfoques: a partir de un entendimiento de clases o castas sociales a la usanza del medioevo europeo, se lo entiende como un sistema esclavizador o como social-imperialista estudiado a partir de los
runas, es decir, desde el entendimiento de las estructuras sociales que impusieron.

Por lo mencionado,
el Tahuantinsuyo merece un título especial entre las sociedades de mayor desarrollo, considerando tanto sus actividades productivas y artísticas, como su planificación social y política, además de su concepción religiosa que propugnaba un equilibrio pleno entre las actividades del ser humano y la naturaleza o el medio ambiente. Y, finalmente, por su sapiencia en incorporar a su cultura y conocimientos todo aquello que era sobresaliente en sus conquistados.

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